Más vale maña que fuerza

(Ilustración: Drachea Rannak)

Hace muchísimo tiempo, un león, un jabalí y un lobo vivían estrechamente ligados por la amistad. Y cuentan que una vez los tres buenos amigos salieron en busca de fortuna. Por cierto que por donde iban temblaban todos los animales inocentes y débiles. Vivían de la caza y, como en ningún lado encontraban animales más fuertes que ellos, su confianza en sí mismos creció hasta la vanidad.

Dijo cierto día el león:

—Quisiera ver quién podría vencernos a nosotros tres.

—¿Quién? Pues el hombre —respondió sabiamente el lobo.

—Vamos, no digas niñerías —se enojó el león—. Si yo por mí mismo puedo matar a un montón de hombres. ¡Ojalá viniera uno contra nosotros!

—Bueno, bueno —dijo el lobo, y siguieron andando.

Vieron venir hacia ellos a un niño que iba a la escuela.

—¿Éste es el hombre? —preguntó desdeñosamente el león ensoberbecido.

—No, éste no es aún un hombre —respondió sabiamente el lobo.

—Pues entonces ni me ocupo de él —dijo el león.

Fueron caminando más hacia allá y encontraron en su camino a un anciano, pero tan anciano que apenas podía andar.

—¿Acaso es éste el hombre? —dijo el león.

—No, éste no es ya un hombre —respondió sabiamente el lobo.

—Pues entonces ni me ocupo de él —dijo el león.

Siguieron caminando hasta encontrarse en un tupido bosque. Mientras lo atravesaban, se toparon con un joven leñador.

—¿Y éste, es un hombre? —preguntó el león al lobo.

—Sí, éste sí es un hombre —respondió el lobo.

El león enseguida llamó al leñador:

—Oye tú: me dice mi amigo el lobo que tú, el hombre, podrías vencernos a nosotros conjuntamente. ¿Qué clases de armas tienes?

—¿Quién? ¿Yo? —preguntó el leñador—. Yo no tengo otra cosa que mi hacha… y también tengo mi inteligencia…

—¿Conque tienes inteligencia? Pues empúñala y véncenos, si puedes.

—Es que la olvidé en mi casa esta mañana cuando salía —respondió el leñador.

—No importa. Amigo lobo: vete a casa del leñador y tráele su inteligencia.

El leñador escribió en un papel un mensaje a su esposa, en el que pedía que colgara del cuello del lobo una piedra del tamaño de un repollo.

Y el lobo voló al valle, a casa del leñador, mientras que el jabalí y el león cuidaban de él como si fuera la niña de sus ojos. Pero pasaron dos, tres, cuatro horas, y el lobo no volvía con la inteligencia del leñador.

Es que cuando el tonto del lobo permitió que la mujer del leñador le atara semejante piedra al cuello, se quedó sin poder moverse, y esto fue aprovechado por la gente del pueblo, que dio buena cuenta del lobo.

A todo esto, el leñador sintió hambre, y tomando pan y tocino, empezó a comer con gusto.

—Caramba —se admiró el león—; qué bien huelo eso. ¿Qué es?

—Es —dijo el leñador, cuidando de que el jabalí no le oyera—, carne de jabalí.

Apenas se hubo enterado el león, saltó sobre el jabalí confiado y le hizo trizas.

—¡Tente! —le gritó el hombre—. No lo comas así. Si quieres tocino de jabalí, debes separarlo.

—Tienes razón —le respondió el león—, esto no tiene gusto, con pelos y todo… Córtalo tú que tienes cuchillo. Pero será mejor que me ates a un árbol, pues no quiero sucumbir a la tentación de comérmelo todo de golpe.

El leñador no esperó a que el león se lo dijera otra vez y le dejó bien atadito al tronco de un árbol.

Le preguntó entonces al león:

—Prueba las cuerdas, no sea que las puedas romper.

El león juntó todas sus fuerzas y las fuertes cuerdas se rompieron en mil pedazos.

—Más fuerte, hijo mío, más fuerte —decía amistosamente el león.

El leñador ató esta vez al león con cadenas de hierro.

—Prueba ahora, no sea que las rompas otra vez.

Pero por más que se esforzara, el león no podía romper las cadenas de hierro.

—¿Ves, león, cómo la inteligencia es un arma mucho más fuerte que tus garras? El lobo fue muerto en el pueblo; por eso no volvía. El jabalí fue muerto por ti mismo, a instigación mía; y ahora tú mismo mueres, atado por mi inteligencia, que te redujo a lo nulo.

Y dicho esto, le cortó la cabeza con su afilada hacha.

El leñador demostró que era cierto que «más vale maña que fuerza».


Título: Más vale maña que fuerza
Autor: Anónimo (Cuento popular húngaro)

Sinopsis:

Un león, un lobo y un jabalí van por todas partes campando a sus anchas, pues ningún otro animal les puede hacer frente. Y esto es así hasta que se encuentran con el hombre: tal y como había predicho el lobo, les venció; pero no por la fuerza, sino por el uso de la inteligencia, pues ya se sabe que «más vale maña que fuerza».


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