León de Nemea

En la mitología griega, el león de Nemea (en griego λεον Νεμειος leon Nemeios; en latín Leonem Nemeum) era un despiadado monstruo hijo de Tifón y Equidna.

Matarlo fue el primero de los doce trabajos de Heracles, aunque no le resultó sencillo. El león había estado aterrorizando los alrededores de Nemea, y tenía una piel tan gruesa que resultaba impenetrable a las armas.

Cuando Heracles se enfrentó a él por primera vez, usando su arco y sus flechas, un garrote hecho de un olivo (que él mismo había arrancado de la tierra) y una espada de bronce, todas las armas resultaron inútiles. Así que estudió la morada del animal y comprobó que tenía dos entradas. Heracles azuzó al león hasta que el animal penetró en ella, taponó una de las entradas y acorralándolo por la otra, lo atrapó y estranguló.

Dada la extraordinaria propiedad de la piel del león de Nemea, Heracles empleó horas intentando desollar al león para hacerse con ella sin éxito. Por fin Atenea, disfrazada de vieja bruja, ayudó a Heracles al advertirle que las mejores herramientas para cortar la piel eran las propias garras del león. De esta forma, con una pequeña intervención divina, consiguió su piel impenetrable, que desde entonces vistió a modo de armadura (armadura de Nemea).

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